PLATICA SENTIMENTAL
Amanda acababa en aquellos instantes de
comenzar a maquillarse, la esperaba un día difícil en la oficina más que todo
porque tenía que llevar a cabo mucho papeleo –que detestaba- lo cual le dejaba
poco tiempo para pensar en otras cosas. Mientras se observaba en el espejo,
vislumbró con el rabillo del ojo una mancha amarilla y rosa pasar volando;
sonrió dejando a un lado el polvo y tomando el rímel. Felicidad, se detuvo a
escasos centímetros de ella sin decir absolutamente nada, mientras Paz y
Tranquilidad entraban por la puerta de la habitación charlando entre ellas y
vistiendo sus acostumbrados trajes en colores pasteles.
Al fondo, fuera, se escuchaba la conocida
música de uno de sus programas de televisión favoritos (uno de esos que no te
perderías por nada del mundo), la cual de inmediato fue reemplazada por la voz
grave de un destacado locutor de noticias de su ciudad. Alentadas por el
excesivo volumen, Paz y Tranquilidad se volvieron y lanzaron miradas
reprobatorias en dirección al sofá, en donde una chica de largo cabello rizado
y ropas grises mantenía el brazo alargado mientras pulsaba los botones de
colores del mando a distancia con expresión indiferente. Amanda puso los ojos
en blanco sin dejar de sonreír, sabía lo mucho que las tres que la acompañaban
detestaban a Soledad, y aunque en ocasiones a ella misma le hubiese dado gusto
decirle que abandonase el sofá y la casa para siempre, no sabía exactamente cómo
lograrlo. Desde que Eric su último novio la había dejado para irse a Hawái a
cumplir su sueño de ser surfista, Soledad parecía haberse anidado cómodamente
en casi todos los aspectos de su vida diaria, y no es que ella no se
preocupase, pero había otras cosas que de momento parecían más importantes.
Pasados unos minutos la joven consultó
su reloj, - luego de alarmarse por lo tarde que se le había hecho - tomó su
cartera, las llaves del auto, se despidió de su perro y salió de camino a su
trabajo. Aquel día el centro Gaudí parecía
más lleno que de costumbre, y eso provocaba que fuese mucho más difícil de lo
normal caminar platicando con una colega –y amiga de andanzas- mientras
acarreaba un vaso lleno de café en la mano. De un instante a otro, mientras se
abrían paso para llegar al ascensor la chica chocó sin poder evitarlo con un
hombre, derramando todo el contenido del vaso sobre su chaqueta; tras un
instante de perplejidad -en el que Vergüenza con su atuendo serpentino de color
rosa pálido y blanco aprovechó la situación para reír- Amanda sintió como se le
subían los colores al rostro.
- ¡Cuánto lo
siento! – Exclamó la joven mujer al tiempo que alargaba el brazo y deslizaba
una servilleta inútilmente sobre la chaqueta de su víctima - ¡pero qué torpe he
sido!
El hombre levantó sus ojos de color
oliva y sonrió. Fue un gesto amplío, orlado por un tono blanco perlado.
- No se preocupe,
ha sido un accidente
- Y bastante grave
– añadió la colega que había estado acompañando a la joven – creo que le
convendría enviar esa chaqueta a lavar
- ¡Por supuesto! –
Amanda asintió con vehemencia – yo me haré cargo de la cuenta de la tintorería
El afectado continuó sonriendo al tiempo
que rebuscaba en el bolsillo del portafolio que llevaba y un instante después
le entregaba a Amanda una tarjeta en la que se indicaba su nombre y número
telefónico. Pasados unos segundos, ella lo imitó en el gesto.
- Bien Amanda, la
llamaré muy pronto – rió – esta es mi chaqueta favorita
A partir de ese momento todo comenzó a
cambiar: Felicidad parecía cada vez más agitada y colorida –había cambiado su
atuendo rosa y amarillo, a uno de color rojo y dorado-, todo esto apoyada por
su prima Alegría cuyo vestido color amarillo brillante resultaba cegador,
mientras que Paz y Tranquilidad (tan etéreas como siempre) luchaban
incansablemente por apaciguar a las dos primeras. Sin embargo, Amanda no le
prestó atención a las locuras de sus amigas dado que cada mañana, tarde y noche
Soledad continuaba arrebujada en su lugar en el sofá, observándola de tanto en
tanto con sus insondables ojos negros sin decir nada.
Mientras pensaba en ello tumbada en su
cama leyendo su libro favorito, Amanda escuchó el timbre de su departamento
resonar no una, sino dos veces. Extrañada se puso de pie y consultó su reloj de
mesa: pasaba de las diez; con extremada rapidez, Temor con su habitual traje
gris a juego con corbata de lazo, se posicionó a su izquierda mientras
Tranquilidad un tanto alterada se detenía a su derecha tratando de calmar sus
pensamientos atribulados. Finalmente Amanda llegó a la puerta en donde se
encontró con quien menos esperaba.
- ¿Amor? – Como
acto reflejo bajo la sartén que sujetaba con fuerza - ¿qué haces aquí?
Desde la entrada Amor sonreía mostrando
unos dientes brillantes y perfectos, que hacían juego con su cabello rubio excelentemente
bien peinado, hacía alrededor de cinco años que no lo veía y dado que ella no era
como las demás personas, su llegada sólo hizo que Ansiedad con su vestido corto
de color marfil se colgara de la espalda de la chica quien tembló ligeramente
bajo su peso.
- Alguna que otra
vez – Amor caminó hacía ella y literalmente le arrancó a Ansiedad de la espalda,
y la dejó caer al suelo con un ruido sordo – me gustaría escuchar un me alegro de verte, como me recibe el
resto de la gente normal
Pensando momentáneamente en ello, Amanda
se hizo a un lado para darle paso a Felicidad quien corrió directo hacía Amor y
lo abrazó con fuerza mientras su prima, Alegría saltaba dando palmaditas a su
alrededor.
- Cada día estás
más bella, Felicidad
- ¡Adulador!
–Respondió ella con una suave y encantadora voz – debo ir a buscar a Paz y
Tranquilidad
Bufando, Amanda hizo que Felicidad se
congelara a mitad de camino. Sorprendidos todos fijaron sus miradas en la chica
quien ahora tenía los brazos en jarras y se encontraba a medio camino de Amor,
con una mirada amenazante en su blanco rostro.
- No entiendo
porque estás aquí – soltó con recelo
- ¿No entiendes?
Querida amiga, estás enamorada
Amanda levantó la ceja sin saber que
decir, desde Eric no había conocido a nadie, más que nada porque ella se había
recluido tras un escudo anti-dolor.
- ¡Has perdido la
razón! No estoy enamorada…
Amor hizo un gesto de molestia que fue
rápidamente sustituido por una mueca burlona, que se acentuó cuando el teléfono
resonó al fondo de la estancia. Desesperada por alejarse unos instantes de él,
Amanda salió disparada a contestar encontrándose con una voz masculina
desconocida al otro lado de la línea; curiosamente, el dueño de la chaqueta que
ella debía recoger en la tintorería se hallaba invitándola a salir. La mujer
apretó los dientes y cerró los ojos, sentía a Temor de pie a su lado
vigilándola. Hubo un chasquido muy leve a su lado, y Tranquilidad y Felicidad
se encontraron acompañándola; ambas sonrieron levantando los pulgares en señal
de apoyo.
Tras unas palabras más, la conversación se
dió por terminada; todos observaban a la mujer con interés, pero ella sólo les
sonrió y salió de camino a su habitación. Armando un verdadero alboroto, Paz,
Tranquilidad, Alegría, Felicidad y Amor comenzaron a celebrar mientras entre
todos despedían finalmente a Soledad y Temor, deseando no volver a verlos nunca
más.
Muy interesante, la verdad! una autentica ¨fiesta de emociones¨gracias por ello,me hizo recordar que hace tiempoooo que no recibo visitas gratas!)de ningun tipo!= jajajaja,abrazos! FEVC
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